Un pino para entender el comportamiento de los incendios forestales. Entrevista con Domingo Calderón

Un pino para entender el comportamiento de los incendios forestales. En los montes de Molinicos, en Albacete, un proyecto pionero estudia como el pino resinero (Pinus pinaster; Ait) responde al déficit de presión y cómo varía su humedad interna a lo largo del año, mediante sensores de flujo de savia. El equipo de investigación realiza un seguimiento continuo de la humedad del combustible vivo, una variable clave para elaborar Índice de Propagación Potencial (IPP), indicador del riesgo de incendio, y planificación de quemas prescritas.

Un pino para entender el comportamiento de los incendios forestales. Domingo Calderón

Aprovechamos el espacio que ofrece el Centro Comarcal de Emergencias de Molinicos, para encontrarnos con Domingo Calderón, ingeniero técnico forestal de la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha en Albacete. Domingo forma parte de un equipo de trabajo que, desde el Plan INFOCAM, lleva a cabo este proyecto de investigación. Por su cercanía a la parcela experimental, además de analizar los datos, se encarga de las labores de campo junto con los compañeros de la Unidad de Análisis y Planificación (UNAP) del dispositivo contra incendios forestales de la región castellano-manchega.

El llamado paciente cero, o como lo conocen entre los investigadores, pino Beatriz —en honor a Beatriz Serantes, jefa de la Sección de Montes de la zona de Molinicos—, se ha convertido en el verdadero protagonista del proyecto.
Como explica Domingo, este pino funciona como una estación meteorológica viva, un biosensor que integra todo lo que ocurre a su alrededor: el agua disponible en el suelo, la demanda de humedad del aire, o la radiación solar que recibe cada día.
Gracias a la monitorización con diferentes sensores instalados en su tronco y entorno, es posible conocer en tiempo real cómo el árbol responde a las condiciones ambientales.

Este proyecto ha sido posible gracias a la colaboración con la Universidad de Castilla-La Mancha (UCLM), que ha aportado el diseño metodológico necesario para medir la capacidad de los pinos y extraer humedad del suelo en relación con las condiciones atmosféricas.

Para ello, se emplean sensores de medición desarrollados originalmente para la agricultura, donde su función habitual es determinar cuándo y cómo realizar el riego en función de las necesidades hídricas de las plantas. En este caso, esa tecnología se traslada al monte para comprender cómo gestionan el agua los árboles en entornos naturales, y cómo esa información puede mejorar la predicción del riesgo de incendios forestales.

Dibujo del movimiento de savia en un pino.
Dibujo del movimiento de savia en un pino. Elaboración PREVIFOR

Para ponernos en contexto, el déficit de presión de vapor (VPD) es la diferencia entre la cantidad de vapor de agua que el aire podría contener y la que realmente contiene. Cuanto mayor es ese déficit, más agua pierde el árbol por transpiración y más difícil le resulta mantener su equilibrio hídrico.

Cuando el déficit de presión de vapor (VPD) es elevado y se mantiene en el tiempo, los árboles —en este caso, los pinos— muestran diferentes respuestas fisiológicas frente al estrés hídrico. En situaciones extremas, algunas especies cierran sus estomas para reducir la pérdida de agua, lo que conlleva una menor fotosíntesis y un incremento del estrés. Estas especies, denominadas isohídricas, regulan estrictamente su equilibrio hídrico; un ejemplo claro es el pino carrasco (Pinus halepensis Mill., 1768).

Otras especies, como el pino laricio (Pinus nigra subsp. salzmannii (Dunal) Franco), adoptan una estrategia más anisohídrica, manteniendo los estomas abiertos incluso durante la sequía, lo que les permite seguir transpirando a costa de un mayor riesgo de cavitación, pérdida de ramas o parte del follaje.

Si este estado de estrés se prolonga, la vegetación se seca progresivamente, aumentando su inflamabilidad y, por tanto, el riesgo de propagación de incendios.
Domingo nos explica que el árbol monitorizado en este estudio, el pino rodeno o resinero (Pinus pinaster), se puede situar en un punto intermedio entre ambos comportamientos, capaz de ajustar su estrategia hídrica según las condiciones ambientales.

Masa de pino rodeno, Pinus pinaster en la Sierra del Segura
Masa de pino rodeno, Pinus pinaster en la Sierra del Segura. Foto de Antonio Iván Rodríguez.

Al pino se le han instalado diversos sensores que permiten medir la circulación de la savia y la presión que el árbol ejerce sobre el suelo para captar agua. Esta presión, combinada con los valores ambientales característicos de la zona (temperatura, humedad, precipitación y radiación), permite determinar cómo y en qué medida el árbol utiliza la humedad del aire o la del suelo para mantener viva su copa.

Además, se analiza su respuesta estacional mediante un dendrómetro, un sensor que registra los cambios en el crecimiento del tronco. En las épocas secas o con baja pluviometría, el árbol tiende a contraerse, mientras que cuando la humedad ambiental aumenta y el suelo está bien hidratado, las células del cambium se expanden, estimulando el crecimiento del pino.

Sensores y aparatos de medición en la zona de estudio

Todos los datos monitorizados llegan a una plataforma en red, donde científicos e investigadores los analizan para comprender cómo responde el árbol a las variaciones de las condiciones ambientales.
Este seguimiento continuo y diario permite observar las fluctuaciones internas del pino resinero, tanto en su relación con el suelo como en la dinámica de sus tejidos vasculares, ofreciendo una visión detallada del funcionamiento fisiológico del árbol a lo largo del año.

Respuesta del paciente 0 ante episodio de calor y precipitaciones
Respuesta del paciente 0 ante episodio de calor y precipitaciones

Tras un año de seguimiento, Domingo Calderón nos explica que la actividad de movimiento de savia no ha cesado entre el verano y el invierno. En promedio, un pino resinero de estas características mueve unos 25 kilogramos de savia al día, una cifra que refleja su esfuerzo por mantener el equilibrio hídrico incluso en condiciones adversas.

Cuando la sequía se prolonga o faltan precipitaciones, y el árbol no logra movilizar esa cantidad de savia, comienza un proceso de decaimiento de tallos y ramas en la copa, señal evidente del estrés hídrico que puede afectar a su vitalidad y, en consecuencia, al riesgo de inflamabilidad del combustible vivo.

Datos EMA estación de Pinilla. Fuente suremet.es
Datos EMA estación de Pinilla. Fuente Suremet.es

El conocimiento real y actualizado del estado de los combustibles, tanto vivos como muertos, es una pieza fundamental en la predicción y gestión de los incendios forestales. Comprender cómo la vegetación responde al déficit de humedad, a la sequía o a las variaciones atmosféricas permite anticipar escenarios de riesgo con una precisión cada vez mayor.

El trabajo realizado en Molinicos demuestra que los árboles pueden convertirse en indicadores vivos del estado del monte. A través de su savia, su crecimiento y sus respuestas fisiológicas, el estudio ofrece información valiosa sobre la disponibilidad de agua que el árbol necesita y, por tanto, sobre su nivel de inflamabilidad. Contar con estos datos en tiempo real supone una oportunidad única para validar los modelos de propagación, planificar quemas prescritas con mayor seguridad y reforzar las estrategias de prevención. En definitiva, conocer el estado de los combustibles no solo ayuda a entender cómo se comporta el fuego, sino también a construir paisajes más resilientes frente a los incendios forestales.

Parcela de estudio Pino Beatriz. Molinicos Albacete.
Parcela de estudio Pino Beatriz. Molinicos Albacete.

En el futuro será fundamental que nuevas investigaciones y puntos de toma de datos, como el de Molinicos, complementen los estudios sobre cómo responde el combustible vivo ante las condiciones cada vez más extremas que impone el cambio climático, anticipando el comportamiento del fuego y adaptando la gestión forestal a los nuevos escenarios que ya estamos viviendo.

Desde PREVIFOR queremos agradecer la disponibilidad y colaboración de Domingo Calderón, ingeniero técnico forestal de la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha, por compartir su tiempo, su conocimiento y su experiencia en este proyecto desarrollado en Molinicos (Albacete). Su trabajo y el del equipo del Plan INFOCAM y la Unidad de Análisis y Planificación (UNAP) son un ejemplo de cómo la investigación aplicada puede contribuir a una gestión forestal más preventiva, eficiente y adaptada al cambio climático.

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