PARADIDDLE DIDDLE. ¡Vaya título extraño para hablar de incendios forestales!, ¿verdad?

Por: Julián Cuevas González

Un Paradiddle es un rudimento (un patrón de golpes de baquetas en un tambor) básico en percusión que se estudia y se entrena para realizar diferentes figuras dentro de una composición musical. Podría decirse que es un redoble de tambor con una serie de características propias que hacen que se defina así. El Paradiddle está compuesto por la palabra Diddle, rudimento de golpes dobles, con el prefijo Para  que pudiera significar “alternar”, “de lado a lado”, “imitar”. En resumidas cuentas, se trata de alternar golpes dobles y simples alternando la mano derecha y la izquierda.

Antes de aprender este rudimento hay que estudiar otros previos, más fáciles y sencillos, como es el golpe sencillo, el redoble, etc.

Ilustración 1. Figura de un Paradiddle Diddle. (R mano derecha, L mano izquierda)

Los rudimentos históricamente tienen un origen militar y se han utilizado para dar cohesión, fuerza, coordinación y comunicación a los militares que marchaban hacia su destino. Marchar más rápido hacia la batalla, cambiar de táctica, reagruparse,… cada una de ellas con un rudimento distinto identificado para que no hubiera error. Al fin y al cabo, se trataba de un lenguaje conocido por todos los militares, que servía para comunicar y transmitir órdenes, instrucciones, ubicaciones, y en su caso antes de que hubiera más bajas, retiradas a zona segura. ¿Os suena?

Una vez (o a la vez) establecida la estrategia, táctica y maniobras a realizar en una emergencia por incendio forestal dentro del briefing previo a cualquier intervención, se habla del protocolo básico de seguridad en incendios forestales por antonomasia denominado OCEL: Observación, Comunicación, Ruta de Escape y Lugar Seguro. Originario de los Estados Unidos con esta forma (LCES), el CLIF (Comité de Lucha contra Incendios Forestales) recomienda la incorporación del elemento Atención como una de las conclusiones obtenidas en la investigación del accidente mortal ocurrido en el incendio de Molinaferrera (León) en octubre de 2011 (enlace). En algunos dispositivos hace referencia a la palabra Anclaje (Anchor Point en su versión de USA, quedando de esta manera LACES), construyéndose el protocolo de varias maneras: OACEL, AOCEL, OCELA. En todas sus variantes queda claro que para realizar acciones en la emergencia, la Atención o estar atento es fundamental, al igual que el Anclaje.

El 16 de junio de 2020 se publicó un artículo en el blog de Wildfirelessons, Centro de Lecciones Aprendidas sobre Incendios Forestales o LCC de USA, con el sugerente título ¿LCES está muerto?, en el que un bombero forestal veterano comparte la idea de que ‘el LCES tradicional podría ser inadecuado para nuestras verdaderas necesidades’. Comparte una visión muy interesante entre lo que dice ‘su manual’ y ‘su manual actual’ después de 25 campañas con 2 despliegues (se refiere al uso de su refugio ignífugo utilizado como último recurso de seguridad en situaciones de atrapamiento), multitud de cuasiaccidentes y diversidad de situaciones como golpes con ramas, tropiezos, incidentes con vehículos, etc.

Ilustración 2. Logo y eslogan del LCC

Siguiendo el hilo de este artículo, se intentará realizar un pequeño análisis y discusión de dicho protocolo:

Atención (Awareness)

Se considera o se da por hecho que las personas que forman el grupo de intervención, en este caso bomberos forestales, cuando se dirigen o están en la emergencia, están (o estamos) atentos a cada detalle que pueda ser relevante en nuestra actuación. La RAE define Atención como ‘acción de atender’ y, en las múltiples salidas de ‘atender’, no queda realmente claro cómo y dónde ubicar este concepto; ¿a qué atiendo?, ¿a quién atiendo?, ¿cómo lo hago?

El concepto de la Atención va más allá que una acción de atender. Más bien en una cuestión de conciencia real de la situación. Esto es, se trata de estar o ser conscientes en todo momento de los acontecimientos que puedan suceder. Por ende, se hablará de Conciencia Situacional (CS).

La CS es conocer lo que ocurre a nuestro alrededor, que nos permita elaborar un mapa mental de nuestra ubicación, lo que nos rodea, lo que está pasando y de cómo nos puede afectar. ¿Ese mapa será elaborado por todos los profesionales exactamente de la misma manera?

Cada persona elaborará ese mapa a partir de un sesgo producido por sus percepciones, sensaciones y experiencias propias, que se acercarán más o menos a la realidad de la situación. Entonces, ¿si no todas las personas tienen la misma conciencia situacional, y ésta que se identifique exactamente con lo que está sucediendo, puede suponer una situación peligrosa y un aumento del riesgo? Francamente sí.

La buena noticia es que esta CS se puede entrenar, para así aumentar la seguridad de los profesionales, poder llegar a realizar un mapa más exacto de la situación y muy importante, que ese mapa tenga un lenguaje común que todos entiendan, comprendan y expresen.

Existen varios tipos de entrenamientos en CS como son el NEUROFEEDBACK, implementado en el Ejército del Aire en 2012 por la Instructora de Alto Rendimiento Aeronáutico Mª Gabriela López García, o el MINDFULNESS utilizado en estudios de Bomberos Forestales de USA.

En aviación, la CS es un concepto clave en la investigación de factores humanos. Un fallo en la CS puede proporcionar como consecuencia un fallo en la toma de decisiones (el tercer nivel de la CS, siendo anteriores la percepción de la situación y la evaluación de la situación) y es considerado una de las causas principales en el desarrollo de accidentes atribuidos a fallo humano. De la misma manera, un fallo en la CS en una emergencia por incendio forestal podría tener consecuencias no deseadas.

Para hacernos una idea, la Universidad de Massachusetts reveló que cuando caminamos y enviamos mensajes de texto a la vez, nos perdemos cerca del 49% de las señales visuales que hay en nuestro camino (primer nivel, percepción de la situación). Esto es, si el observador de nuestro protocolo OCEL en un determinado momento  se relaja porque la situación parece más favorable y desvía su atención, podría perderse el 49% de las señales visuales del salto de un foco secundario.

Ilustración 3. Conciencia situacional al máximo. Fuente: enlace

Existen numerosas causas que hacen que exista una pérdida de CS derivadas de sobrecargas cognitivas y emocionales. Las distracciones son un ejemplo de sobrecarga cognitiva que hace que nos enfoquemos demasiado en un estímulo y nos olvidemos del resto. Las emociones pueden distraer y hacer perder la conciencia emocional, enfocando detalles que puedan llevarnos por otra dirección distinta a la real.

Pero como se comentó anteriormente, la CS se puede entrenar y desarrollar de varias maneras; despertándola como fase inicial, encontrando un sentido y/o reconociendo patrones y posteriormente generando una proyección a futuro de los datos objetivos obtenidos unida a la inteligencia intuitiva de cada persona.

Observación (Look Out)

La observación abarca un amplio espectro de “cosas que observar”. Observar el incendio, su evolución, su comportamiento, la meteorología, el tiempo de trabajo, las descargas de los medios aéreos, las llamas en ataque directo…sin olvidarnos de observar cómo me siento, cuán cansado me encuentro, cómo están mis compañeros… fatiga pensar cuantísimas “cosas que observar” existen en un incendio forestal, ¿no os pasa?.

La fatiga va a repercutir en la observación pudiendo mermar las capacidades del observador, llegando incluso a ver alucinaciones o directamente no ver absolutamente nada. Pero, cuando no se está fatigado, ¿se observa bien? (entiéndase observar bien como ver lo que está sucediendo realmente de manera objetiva).

Cuando se va a realizar una maniobra y atendemos al protocolo OCEL, refiere a que la persona encargada de realizar la observación tiene que ser una persona con experiencia, competente y de confianza, es decir, responsable, capacitada y con los conocimientos suficientes para anticipar el comportamiento del fuego. ¿Son estas cualidades las suficientes y necesarias para que se cumpla de manera satisfactoria la O del protocolo? ¿Todos los miembros de mi equipo reúnen esas condiciones que marca el manual?

Ilustración 4. Bomberos forestales exhaustos por los incendios de California. Fuente: enlace

Parece ser que enviar siempre a la misma persona (‘la de confianza’) a que cumpla las funciones de observador no es muy operativo, ya que puede llegar a relajarse por repetición de la tarea, e incluso llegar a la desidia (sobrecargas cognitivas y emocionales), sumado a que si siempre realiza el mismo rol en las intervenciones, descuidará su experiencia en otras tareas. Lo ideal es que cualquier miembro del equipo reúna esas capacidades para que, en cualquier momento y circunstancia todos puedan realizar esa tarea con el mismo nivel de seguridad. Llegados a ese punto, ¿qué se va a observar y cómo se va a transmitir? En la actualidad personalmente desconozco que exista una formación específica que enseñe a los profesionales de incendios forestales qué observar, cómo hacerlo y cómo transmitirlo (sin hablar de la triple C en comunicaciones), aunque sí que se está trabajando en ello.

De hecho, los protocolos como este OCEL sirven para que todos los trabajadores de emergencias por incendio forestal hablen el mismo idioma y sea entendido por todos los integrantes. Pero parece ser que no es suficiente. Existe la necesidad de unificar y/o protocolarizar qué es lo que se tiene que observar (no sólo el comportamiento del incendio, recursos de la intervención, etc.) sino observar lo que es importante (cribar información y desechar el ruido) y va a repercutir directamente sobre el equipo a ese nivel y sobretodo, observarse a sí mismo, valorar si el estado en el que me encuentro para observar son óptimos y así poder transmitir lo más objetivamente posible lo que estoy observando. Esto es, parece ser que, dependiendo de la escala de trabajo, de las unidades bajo su responsabilidad, de su posición dentro de la escala de mando y en la emergencia y de la fase de la misma, la observación se tendrá que realizar de manera distinta, además de tener en cuenta las observaciones previas y durante que ha ido realizando sobre sí mismo, porque la observación global dentro del protocolo lo marcará, además del estado cognitivo, el estado emocional del observador.

Anclaje (Anchor point)

Una definición de Anclaje según manuales es una infraestructura natural  o artificial, libre de combustible desde donde se puede iniciar un ataque seguro al fuego. Pero no es sólo ‘iniciar’ un ataque seguro, sino ‘finalizar’ ese ataque teniendo la completa seguridad de que la maniobra ha quedado cerrada completamente y los miembros del equipo se encuentran en una zona segura, ya que los anclajes, como se encuentran libres de vegetación, se consideran zonas seguras (o más bien de supervivencia, de las que hablaremos más adelante)

Los anclajes naturales al igual que los artificiales, tienen que estar bien dimensionados, acordes con la acción y dotados de un sentido para poder iniciar con seguridad las operaciones. Esto es, anclar en un río de 4 m de anchura si el modelo de combustible que tengo en los laterales va a desarrollar una longitud de llama de 6 m con un comportamiento de fuego de copas activo con el viento en esa dirección, ensanchar ese río mediante una línea de defensa y esperar el impacto en esa zona, no va a ser eficaz con esas condiciones del incendio.

Dicho esto, parece que cualquier anclaje no vale para cualquier acción y cualquier situación. Por lo que cuando se habla de Anclaje, hablamos de dimensiones de anclaje, maniobra de anclaje y tiempo de anclaje (DA-MA-TA).

A la hora de plantear una acción, hay que cerciorarse de que la DA es la adecuada según comportamiento, condiciones del incendio y la maniobra que se va a ejecutar. Si es insuficiente, habrá que desarrollarla hasta conseguir la necesaria (MA) y tener en cuenta el tiempo que se va a invertir en ello (TA). Del mismo modo al cerrar una maniobra, se tendrá que tener en cuenta estas tres condiciones para que quede completamente anclada y segura.

Comunicación (Comunication)

Como sabéis, la comunicación en intervenciones por incendio forestal en muchas ocasiones puede llegar a colapsar. El gran número de medios que se pueden reunir en la emergencia requiere sectorizar zonas de trabajo con sus correspondientes canales de comunicación para evitar este tipo de situaciones. Hablamos por tanto que el instrumento utilizado para la comunicación es la emisora. Sin entrar en tipos de emisoras, redes, canales, etc. recordemos que los mensajes, a la hora de realizar la comunicación, tienen que cumplir la triple C; Claros, Concisos y Concretos.

El observador y todos los miembros del equipo deben estar permanentemente comunicados,  éstos a su vez con el jefe de operaciones (de sector, de zona….) y a su vez con el Director de la Emergencia o Puesto de Mando (estructura ICS). Esta comunicación, que ha de ser permanente, garantiza la coordinación entre medios y que toda acción que se realice sea lo más eficaz y segura posible. Como se puede observar, la comunicación también se va a desarrollar según escalas de mando y de trabajo.

Centrándonos en el nivel de equipo, existen maniobras que requieren que el observador se desplace hasta una zona donde visualice todo el escenario en el que va a trabajar su equipo y otras en las que el observador esté a pie de llama. En este caso, aunque sí que exista la figura del observador, todos los miembros del equipo tendrán en todo momento la responsabilidad compartida de ese rol. Aunque por experiencia todos estamos pendientes de todo, ¿verdad?

Las normas de seguridad y el protocolo OCEL nos marca que hay que proporcionar información actualizada sobre cualquier cambio importante o novedad que pueda suponer un riesgo. Pero aquí se habla de un riesgo no asumible y un cambio importante relevante con la seguridad de la intervención. Trabajar en la extinción de incendios forestales conlleva  unos riesgos intrínsecos asociados al trabajo, denominados asumibles, en los que se han tomado o se toman medidas para paliar o disminuir sus efectos.

En primer lugar, para poder informar de un riesgo no asumible, habrá que conocer primero los riesgos asumibles que tiene dicha profesión, la maniobra, la tarea, etc. Sin esa información el observador podría dar información irrelevante que no supone un peligro (o riesgo) para la intervención ni para los trabajadores,  ocupando un canal que podría dar una información relevante en ese momento.

Ilustración 5. Técnico informando de la situación de un flanco de un incendio forestal

Una vez conocidos los riesgos que se pueden o no asumir (por ejemplo en una maniobra), el observador ya tendrá una base desde la que partir para poder dar una información importante que pueda repercutir negativamente (o positivamente si así lo requiere) en la seguridad de su equipo. Cambios en la dirección y velocidad del viento, existencia de focos secundarios, velocidad de propagación del incendio y cambios en el modelo de combustible (V-FS-PI-MC), podrían establecerse como los cuatro fundamentos de transmisión de información relevante por parte del observador. A partir de éstos, cualquier información solicitada al observador como distancia y tiempo de llegada a la zona de anclaje, existencia de otros equipos en zona, transmisión de maniobras que puedan suponer un riesgo para la integridad física de los componentes del equipo u otros, posibilidad de evacuación del personal, etc., tendrán una coherencia con los fundamentos de transmisión de información mencionados sumando a éstos más datos relevantes que, por ende, disminuirán la incertidumbre existente en la zona de trabajo.

Ruta de Escape (Escape)

Se entiende como ruta de escape al camino o trayecto para llegar a la zona segura. Ésta tiene que estar previamente planificada y tiene que reunir una serie de requisitos: que sea conocida por todos los miembros del equipo y que claramente se sepa por dónde discurre. Para ello tiene que ser perfectamente visible y transitable a la vez, además de intentar minimizar el tiempo hasta llegar a la zona segura. Por lo que ya no sólo se habla de la ruta física como tal, sino del tiempo que se empleará para poder llegar a la zona segura.

Dado el caso en el que la ruta de escape esté perfectamente definida, conocida, visible y transitable, ¿dará tiempo a recorrerla hasta la zona segura?

Aquí se debe incluir por tanto el concepto de ‘Tiempo de Escape’ necesario para que todos los miembros del equipo lleguen a zona segura por esa ruta de escape. Sin entrar en detalles como que hay que tener alternativas a la ruta de escape principal (varias rutas de escape secundarias), sí que interesa que cada x metros (según el avance de la maniobra) haya que cambiar de ruta por cambiar de zona segura. Pero, ¿Cuándo se realiza este cambio? ¿Cuál es la distancia a la zona segura que marca que tengo que cambiar de ruta? ¿Esa zona segura que propone ese cambio de ruta, es más segura que la anterior? ¿El encargado de cambiar la ruta y zona seguras, está igual de fatigado que los demás miembros del equipo? ¿El encargado conoce el nivel de fatiga de sus compañeros de equipo para establecer que esa nueva ruta de escape está acorde con el tiempo de escape necesario para llegar a la nueva zona segura? Si es de noche, ¿cuánto varía mi tiempo de escape? ¿Ese tiempo es conocido por todos?

Los manuales hablan de realizar una estimación de la persona más lenta en recorrer esa ruta hasta zona segura. ¿Cuál es esa persona, la que está peor físicamente pero su rol ha sido más relajado o la que está más fuerte pero su rol ha sido extremadamente intenso?

Todas estas preguntas que a priori parecen tener cierto grado de complicación en su resolución, son relativamente fáciles de solventar. Requieren de un trabajo previo realizado en la base de cada equipo,  como un tipo de entrenamiento enfocado en conocer, analizar, valorar y mejorar estos aspectos tan importantes y necesarios (a veces olvidados o ninguneados)  para que la eficacia, eficiencia y seguridad en las operaciones de estos equipos de extinción sea la mayor posible.

Zona Segura (Safety Zone)

Por definición es una zona limpia de combustible el tamaño de la cual será variable pero lo suficientemente grande y protegido del calor radiante y convectivo como para poder estar sin ningún problema el vehículo con su equipo o el equipo de operaciones especiales sin necesidad del uso de la FireShelter. Ejemplos de estas zonas son prados verdes, cultivos en barbecho, zonas amplias de rocas, caminos (amplios), helisuperficies… pero con matices.

Ilustración 6. Equipo esperando en zona segura para poder intervenir en el incendio. Fuente: enlace

La época del año en el que se desarrollan o se podrían desarrollar los incendios con las condiciones más extremas en principio es la época estival (aunque con esto del cambio climático, afirmarlo con rotundidad es cuanto menos atrevido). En esta época del año, los prados no suelen estar verdes, por lo que afirmar que siempre estas zonas pueden ser seguras, no es del todo acertado. Al igual que si existe un periodo continuado de sequía, los combustibles aunque parezcan que están verdes, la cantidad de humedad que tienen es mínima, por lo que su disponibilidad para arder aumenta.

Caminos, zonas de rocas, helisuperficies…la teoría marca que para evitar la radiación de un fuego sin viento ni pendiente, la distancia mínima entre el personal y el frente de fuego ha de ser x4 veces la longitud de llama media del frente, y esta distancia se debe mantener alrededor del equipo. Pocas zonas tan amplias hay en  los bosques donde se pueden desarrollar los incendios forestales. Radiación se va a recibir, al igual que humo y pavesas. Por lo que estrictamente hablando no se puede hablar de zonas seguras (porque según la definición, no lo son si no tienen esas dimensiones), pero sí de zonas de supervivencia.

En las zonas de supervivencia (por supuesto bien dimensionadas) los equipos recibirán calor, humo y pavesas. Pero su integridad física no estará comprometida hasta el punto de tener afecciones graves a la salud, e incluso llegar a la muerte. En este caso se hablaría de Zona de Hombre Muerto, que no corresponde en ningún caso con una zona de supervivencia, y mucho menos una zona segura.

Como se puede observar, cumplir el OCEL no atiende a una acción simplista del protocolo, como sería el caso de un redoble en percusión. Es necesario ir más allá y desarrollar cada uno de los elementos que lo componen para poder avanzar en materia de seguridad, como es el caso del rudimento Paradiddle, más complicado en su ejecución pero más completo y sonoro. El siguiente paso es analizar este protocolo en cada uno de los equipos existentes de manera individual, entrenar y adaptarlo según necesidades y situaciones, para poder llegar a construir un rudimento más íntegro y perfecto en el que pueda participar ambas manos de igual manera y se pueda ejecutar la composición musical con más confianza, soltura y seguridad; el caso del Paradiddle Diddle.

Breve descripción del autor:

Julián Cuevas González, miembro de PREVIFOR
ITF, Máster en Gestión integral de Incendios Forestales y Máster en Protección Civil y Gestión de Emergencias.
Especializado en Autoprotección y Factores Humanos en incendios Forestales.
Técnico de Brigada Helitransportada/Jefe de Unidad
Gestor de la marca profesional AguaYFuego
21 años en labores de prevención y extinción de incendios forestales.

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